Salimos por el balcón
de La Parra justo cuando amainó la tormenta. Pru conducía la escoba y yo iba de
paquete; Pru la maneja como las hadas, ligera, juguetona y firme y a ella, a
Apolonia, le cae muy bien Pru, creo que porque le gusta el color de sus alas.
Que son de mariposa monarca y no de ángel. Y porque está con lo que tiene que
estar y no como yo que estoy siempre donde no debo.
Era un día de
pesca, aprovechando las nubes desperdigadas sobre la bahía; me costó mucho que
ella lo entendiera. Me costó principalmente explicarle que no pescaríamos
inofensivos hombres para que ella se los zampara. Creo que se enojó un poquito:
-Claro, como tú ya
tienes uno dentro!!
Cuando hubo asumido
la desilusión tuve que explicarle que tampoco pescaríamos en el mar, sino en
las nubes y ya por último tuve que pedirle que desistiera de robar las cañas al
vecino, que tampoco las usaríamos.
-Hija, ya! Pues
explícate!
-No te excites
tanto y deja de adelantarte a mis palabras.- contesté yo empezando a
arrepentirme de haberla llamado.- Vamos a pescar palabras y usaremos una red
especial.
-¿Pescar palabras?¿En
las nubes? ¿Estás tonta?- de pronto la miré y vi ese brillo que siempre logra
desconcentrarme, ese que me hace pensar que Pru puede tener razón a pesar de su
cabecita loca.- De dónde sacas semejante tontería? ¿Por qué no vamos al huerto
y las recoges del sembrado, como todo el mundo? ¿Por qué no vamos al olivar y
las coges del los olivos, con esa red misma, o del suelo, como se ha hecho
siempre?
-Pru, en las nubes
también hay palabras y quiero esas.- insistí de cada vez un poco menos segura.
-Ya sé yo que en
las nubes hay palabras, recuerda que soy una hada y vuelo por los cielos.-
continuó con su voz de hada mala.- Por eso sé cómo son las palabras de las
nubes, hay montones, sin sentido, son las palabras de los pensamientos de mucha
gente, de todo el mundo, y viajan sin rumbo sobre los mares y las tierras,
cayendo como agua y absorbiendo más palabras, y son palabras sobrantes, que
nadie las quiere pero lo peor es que son palabras húmedas, pero no sexualmente
húmedas sino asquerosamente húmedas, impregnadas de baba de tanto reposar en
las nubes; cuando las tocas se escurren entre las manos para chocar contra el
suelo y salpicar, es asqueroso.
-¿Has pescado
alguna vez palabras de las nubes?- pregunté asombrada. Porque a mí me habían
hablado de las palabras que están en las nubes pero nunca las había visto y de
pronto me sentía fascinada por ellas. Y eso que yo he cruzado innumerables
nubes, incluso me tragué parte de una nube del amor, recuerdo que se me
indigestó.
- Claro Yvén!- puso
su cara de autosuficiencia, esa que pone siempre que necesita recordarme que es
más vieja que yo, siete días más vieja que yo. Luego bajó la vista como
avergonzada.- Fue hace años, tragué un poco de polvo del amor y ya sabes que
eso para mí es como una sobredosis.- Cierto, Pru ya es amor puro.- El caso es
que me dejé llevar y…, ya sabes, conocí a alguien y, bueno, ya sabes, me dejé
llevar por ese alguien…- Lo siguiente podía ser muy asqueroso, conozco a Pru y
sus alguien.- Y bueno, me habló de esas palabras y yo fui a por algunas, para
escribir poemas de amor, ya sabes, tonterías que haces cuando te pasas con el
polvo del amor.- suspiró largamente. Yo estaba sorprendida por muchas cosas,
una de las cuales fue descubrir que Pru tenía maneras humanas de amar a pesar
de que las usara en menor medida.- Y eso, fue asqueroso, me pringue toda por
unas palabras bonitas, perdí mucho tiempo depurando las buenas de las malas y
cuando llegué a su lado el tipo ya no estaba. Qué asco…- de pronto clavó sus
ojos multicolores en mí hasta hacerme enrojecer.- Y a ti quién coño te ha
hablado de las palabras en las nubes?
Titubeé. No había
pensado en la respuesta.
- Bueno, ya sabes,
se oye de todo en esta ciudad de muertos vivientes y gatos suicidas, qué se yo,
oiría rumores.- contesté desviando la vista al puerto.
- Ya, ya.- sentenció.
Odio a esa Pru. Podría haber añadido que ya llevo mucho tiempo en el lugar como
para dejarme llevar por lo que se habla, por las palabras de este sitio pero
por fortuna pareció que se le ocurría algo mejor por hacer, y lo mejor es que
obvió preguntarme para qué quería yo esas palabras.- Tengo una idea más
productiva, vamos a pescar estrellas, estrellas en el mar, no estrellas de mar,
sino estrellas en el mar, que también las hay.
Se asomó al balcón
y señaló con el dedo un claro en el horizonte.
- Mira, ahí seguro
que hay, pero esta red no nos sirve, tendremos que mangarle las cañas de pescar
al vecino.
Así que eso
hicimos, sólo que no tuvimos que volar hasta el claro porque el sol, de pronto,
inundó toda la bahía. Pescamos muchas estrellas y con ellas nos hicimos unos
vestidos dorados. Como de princesas y hadas.
Me quedé con las
ganas de pescar palabras en las nubes pero fue un día bonito, un día en el que
volví a pensar que Pru, allá donde parece cualquier cosa menos prudente y
responsable, cuida de mí, o por lo menos, cree hacerlo, Y eso es bueno, muy
bueno.
Así que si alguien, algún día, tiene la oportunidad de
pescar palabras en las nubes y pringarse de ellas, por favor, que me lo cuente.
Que me cuente cómo son, si son pegajosas y húmedas, porque quiero ver si a
pesar de todo me sirven para juntarlas
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